Integrantes de
la salida:
Benjamín
Straube, Alexis Coronel (“el Mocho”), Gabriel Vellicce y Juan Pablo Nemec.
Una nueva
aventura que, con el mismo entusiasmo de siempre, nos impulsa a disfrutar de la
montaña con una larga caminata en las huellas de los cerros del Aconquija, una
zona tan enigmática como exaltante.
Entre los días
16 y 20 de abril del año 2014, nos dirigimos a uno de los puestos más conocidos
de las estribaciones occidentales de los Nevados del Aconquija, el puesto de El
Tesoro, un lugar donde pocas personas viven, pero todas ellas de gran humanidad. Se sitúa en ella la escuela
nº 449, El Tesoro, una humilde escuelita que brinda a los niños de la zona
educación fundamental para el crecimiento del pueblo, y a la vez un punto de
referencia para propios y extraños.
En el pequeño
pero abrigado patio de esta escuelita pasamos la primer noche, tirando nuestras
bolsas de dormir ahí mismo ni bien llegados al lugar. De inmediato tuvimos las
primeras visitas, Maira y Seba, dos alumnos de la escuela. Con ellos charlamos
y pasamos un muy grato momento.
Comenzó la caminata!
El día jueves
17 a las casi 8 de la mañana, al arrancar la caminata nos encontramos con un
grupo de andinistas que iban rumbo al Bolsón de Cerrillos, el coloso de los
Nevados. Estaban preparando los enseres, y las mulas, para comenzar la dura
peregrinación hacia el techo de los Nevados del Aconquija.
Empezamos
nuestro ascenso, siempre cerca del rio Chiflón. Poco a poco anduvimos cuesta
arriba, entre charlas y recordando anécdotas nos vamos acercando al primer
campamento. El andar se está complicando, ya que el rio comienza a encajonarse,
y tenemos que sortear una pequeña cascada poco después de las 15 hs. Además un
poco más adelante de este obstáculo, debido al continuo encajonamiento debemos
retroceder y montarnos por la ladera sur, para continuar por esta hasta la hora
de acampar.
El primer
campamento lo montamos en una mesada alta a orillas del rio, el acceso a él,
para abastecerse de agua, debe hacerse con precaución.
Yo me muevo
con cuidado porque durante el armado de carpa me sentía un poco apunado, además
me vino aquejando una dolencia tras la rodilla izquierda que me trae algo de
preocupación. Me cuesta flexionarla, así que decido tomar algún
antiinflamatorio y mañana si me siento
mejor, marchare con una venda.
Listo el
campamento, empieza la infaltable ronda de mates para hidratarnos y reponernos
del trajín del día. Dado que el cansancio era general, después de la mateada
nos metemos en las bolsas y nos gana el agotamiento, solo pasadas las 00:30
empezamos a salir muy de apoco, con ganas de comer algo, y que mejor que:
salamín, bondiola, aceitunas, maní y papas fritas, todo un festín gastronómico
a estas alturas.
Descansados
pero no muy bien dormidos, ya por la mañana, nos incorporamos a la realidad y
luego de un buen desayuno, empezamos a desarmar el campamento “Chiflón”, y un
rato antes de las 10, luego de una larga charla para decidir por donde
continuar, estamos listos para comenzar nuevamente la caminata. Hoy nos espera
un día también agotador.
En esta
segunda jornada la senda se hace dura, pero nos da respiro. Cada parada en el
camino, cualquiera de ellas, un lugar ideal para vivir la montaña.
Lentamente
pero con ganas, vamos montándonos en el gigante. Al medio día una reparadora
ración para reponer energía, una mini siesta y a seguir adelante.
Llegada las 18
hs. estamos en el campamento base La Bolsa, unos metros más abajo del sitio de
las ruinas del mismo nombre. Aquí tenemos el agua a la par, las vegas nacen
exactamente en las ruinas y recorre su camino cuesta abajo, cristalina y pura,
como deberíamos mantener este precioso e invaluable recurso.
Luego de
montar las tiendas, nos distendemos y se larga la mateada. Pronto nos hace
frio, hoy parece que la cosa va a ser distinta. Hay una hermosa luna, y nos
permite ver el arenal y los cordones montañosos vecinos desde lo alto, la magia
de la montaña se muestra con su mejor ánimo. (Inenarrables experiencias que
regala la montaña cuando te haces amigo, esto es, obviamente, una invitación a
los que no conocen el montañismo).
Agotados,
vamos a tratar de reponernos para mañana, si se puede atacaremos cumbre.
Nos levantamos
tipo 8 hs. con -7cº, pero la verdad que se siente más frio, hay una leve brisa
y un espléndido colchón de nubes que cubre el valle. Pero no todos estamos muy
bien, decidimos salir tranqui para ver qué pasa.
Se hace medio
tarde, Benja y Gabriel deciden quedarse por las cercanías y recorrer las
ruinas. Con Alexis nos vamos rumbo a la cumbre.
Encaramos
hacia un contrafuerte que nos llevara directo al filo entre el Co. Bolsa y el
Tipillas. En seguida vamos ganado altura, y con ella cansancio, y un
espectáculo para no perderse.
El filo del
contrafuerte es bastante rocoso, hay unas salientes muy escabrosas y nos
tiramos bordeándolo hacia su cara sur, tremendo e inclinado, pero ya estamos en
él. Seguimos e intentamos llegar arriba. Nos vamos acercando al Morro Áspero-Tipillas
o Mula Muerta.
A las 14:30
nos fraternizamos en abrazo cumbrero con mi amigo el Mocho en la cumbre del
Morro Áspero, sobre sus 4950 msnm. Una impactante visión de todo el entorno y
nuestro exaltado espíritu que nos pide más montaña! Media hora más tarde, luego
de firmar una hoja que dejamos como testimonio, seguimos hacia el Tipillas. Se
va haciendo tarde y el cansancio que nos va poniendo al límite.
Cuando
llegamos a una hermosa peña en el filo Bolsa-Tipillas (a 5160 msnm), nuevamente
sellada con abrazo y foto, el esplendor del paisaje nos sorprende con su
magnitud, el este y su horizonte cubierto de nubes, ahí cerquita, escondiendo
las ruinas de La Ciudacita, el Alto de la Ruina; y el oeste con su cordillera
distante, campo del arenal de por medio, y todos los cerros de los Nevados que
nos parecen tan cercanos… pero estamos como a una hora de la cumbre del
Tipillas y las fuerzas tienen que alcanzar para volver, al igual que la luz…
son pasadas las 16:30 hs. así qué, difícil decisión, pero nos damos la vuelta.
La experiencia es inolvidable y la montaña seguirá aquí, esperándonos con su
magia intacta…
Resta mucho
disfrute entre la vuelta al base y mañana mientras desandamos la senda. Durante
el regreso caminamos por las ruinas de La Bolsa mientras cae el sol en el horizonte
que no vemos. Hermoso y gigante circo rodea las ruinas, en donde coronan sus alturas los cerros Negro,
el Apacheta, el Bolsa y el morro Áspero - Tipillas. Forman el sitio un grupo de
estructuras relacionadas con las ruinas de La Ciudacita. Eran el paso previo
camino a ellas, atravesando el paso del Inca, el abra que da paso a la ladera
oriental donde descansan misteriosas las ruinas de La Ciudacita o Pueblo Viejo.
Ya llegados al
campamento nos esperan con agüita caliente y aderezos pal mate, lo cual se
agradece enormemente. Disfrutando las últimas horas del día intercambiamos las
vivencias de las horas que acababan de pasar, y por supuesto, soñando con una
próxima visita. Mañana comienza el regreso a casa, siempre, más importante que
una cumbre.
Una noche más
en las alturas del Aconquija, una mañana fresca y fascinantemente hermosa otra
vez nos saca de las bolsas de dormir. Una nueva ronda de desayuno, avanza un
nuevo día, esta vez nos toca el cuesta abajo, que con cuidado, lo hacemos a un
buen ritmo para llegar al puesto del Tesoro a las 15:30 hs., contentos de haber
pasado unos días magníficos en las entrañas de los Nevados del Aconquija.
Juan
Pablo Nemec
Grupo
CAMME – Tucumán
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