Vistas de página en total

lunes, 11 de mayo de 2015

Exploración por el río Vallecito: hacia el abra del Toro

Un acercamiento más a los rincones de los Nevados del Aconquija. Gratas sorpresas y escenarios fantásticos nos esperaban en esta salida exploratoria hacia la zona del abra del Toro, el cerro de igual nombre y su vecino cerro Despeñadero. Aunque no pudimos continuar hacia los objetivos más altos, descubrimos nuevamente la sorprendente riqueza natural y arqueológica que sueña con ser preservada por siempre.

En la primera etapa caminamos por un laberinto de cañones, que pudimos atravesar sin mayores dificultades, aunque privados de un elemento vital: el agua.
La travesía comenzó el día 25 de octubre del año 2014. Bien temprano pasó Gabriel en su camioneta para que cargara mi mochila y emprendiéramos el viaje hasta Ampajango.

Con muchas expectativas comenzamos andando por el rio Vallecito cuesta arriba, eran las 12:30hs. En esta zona la ayuda de un GPS es ideal, pero en esta ocasión no contábamos con uno, razón por la cual, bien temprano nos desviamos y terminamos haciendo un camino que no teníamos pensado. Nos dirigimos un poco más al sur, entrando en un laberinto de cañones esculpidos por la fuerza del agua; la gran paradoja es que generalmente no vemos este escenario con agua ya que es solo un desagüe de eventuales tormentas de verano.

Atravesando este laberinto encontramos excremento y huellas de Puma.
El primer día de caminata fue un día  agobiante, inusualmente caluroso.
Concluyendo la jornada pudimos retomar el camino que nos llevaba hasta una zona de puestos de paso, antes de entrar en la cuenca del Toro.
Siendo las 20:30 hs aproximadamente, llegamos al campamento 1, que denominamos “Puesto Viejo”. Estaba abandonado; en sus adyacencias había unas pailas de piedra quebradas y otros enceres. El puesto estaba semi derruido.
Nuestro principal objetivo fue ocuparnos de rehidratarnos, dado el desvío que por error tomamos, nos obligó a racionar el agua que llevábamos en nuestras botellas. Aquí nacen las aguas del rio Vallecito.

Al volver por esta zona, divisaríamos un puesto más nuevo algo más abajo; cuando llegamos ese primer día estaba oscuro y por eso no pudimos verlo, ni aprovecharlo.
Una noche tranquila y algo más fresca nos dio lugar al descanso ansiado.
Por la mañana temprano comenzamos con un buen desayuno y a desarmar campamento para seguir rumbo al abra.
Pronto nos topamos con un cementerio muy cercano al lugar del campamento que se emplaza rodeado de una hermosa vista hacia los filos del Aconquija y hacia los vallecitos que forman los ríos Toro y Vallecito.
Desde aquí ya veíamos algunos de los puestos, que con enormes corrales, dan testimonio de la gran importancia de la zona, tanto de su virtuosa capacidad de producir sustento, como de lo importante que, seguramente, fue como paso hacia el este.
Continuando camino, nos acercábamos al puesto Rodeo Grande, que sería nuestro punto final en la caminata, debido a problemas de salud de mi compañero.

El entorno aturde con tanta exuberancia, considerando que estamos ya a 3000 msnm. Un puesto que se nota esta en uso, enormes corrales con fresco pasto muy verde, algunas vacas y mulas dentro y fuera de los corrales. Álamos altivos y sauces llorones contrastando contra elevados riscos ásperos y secos con espinudos, pero floribundos cardones, le dan al paraje una escala desproporcionada a este lugar maravilloso.
El caudal del rio Toro que baja desde el abra de igual nombre, es muy generoso. Estas aguas se unen, un trecho más abajo, con el rio Ampajango. Además, en este puesto hay una vertiente que hace un aporte extra.
Hacia el fondo de los corrales más grandes, contra los riscos escarpados, encontramos un alero bastante grande con parte del perímetro reforzado por un empircado.

Detrás del puesto, mirando hacia el rio, encontramos una piedra con morteros comunitarios, además de fragmentos de cerámica, que se pueden encontrar también a lo largo del camino.
Almorzamos en este puesto para luego distendernos el resto de la jornada.
Entre mates, deducíamos la cantidad de sorpresas que deben guardar los rincones por los que pasamos en estos dos días, y cuan acertados estábamos!
Antes que nada nos deslumbra la vida que nos rodea en esta zona, y además, el incalculable valor que el pasado le ha legado a estos suelos tapizados de relieves verticales.
Pudimos contemplar nuevamente al Picaflor Gigante y el Picaflor Cometa, el carpintero de los cardones y, por supuesto, el magnífico cóndor. También abundan cactáceas y arbustos achaparrados y espinudos, además de múltiples hierbas adornadas con diversidad de insectos. El paisaje es único, impregnado de la magia de los Nevados del Aconquija; una personalidad bien ganada que continuamos descubriendo en estas exploraciones que desde el grupo nos propusimos hacer haya por el 2006.
Dispuestas las cosas ya para emprender la vuelta, el día 27 de octubre de 2014, encaramos con lenta marcha e hipnotizados aun por el paisaje, el camino cuesta abajo; esta vez descendimos por donde preveíamos subir y nos topamos con más sorpresas. La que nos emociona más es sin dudas la “Piedra Pintada del río Vallecito” a mitad de una cuesta que separa la senda del rio, donde se distingue como un animal atado, cuatro cruces en puntos casi cardinales y otras figuras como humanas, más pequeñas (Según interpretación personal).
Lamentablemente como ya dije, no teníamos un GPS, para tomar el punto del hallazgo; lo cual nos obliga a volver (genial!!!).

Apabulladas nuestras mentes con tanto incentivo visual, dejamos de lado el cansancio y llegamos al atardecer a donde dejamos la camioneta. Con ánimo renovado bajamos hasta nuestros hogares pensando, y mucho, en nuestras próximas aproximaciones a los rincones de los Nevados del Aconquija.
Integrantes de la salida:
Gabriel Vellicce y Juan Pablo Nemec.

Juan Pablo Nemec
Grupo CAMME – Tucumán


Datos de geoposicionamiento:
Campamento 1 “Puesto Viejo”: 26º57’06.63’’S / 66º02’15.83’’O / 2635 msnm
Campamento 2 “Rodeo Grande”: 26º58’28.43’’S / 66º00’09.31’’O / 3021 msnm
Cementerio: 26º57’39.07’’S / 66º02’07.44’’O / 2717 msnm
Piedra Pintada del río Vallecito (Aprox.): 26º55’42.74’’S / 66º02’46.54’’ / 2420 msnm

sábado, 26 de julio de 2014

Invitación a la presentación de Jaime Suárez de su libro sobre los Nevados del Aconquija

Nos complace invitar a la presentación de Jaime Suárez sobre su libro:
Nevados del Aconquija,
vivencias en los Andes del Tucumán

domingo, 8 de junio de 2014

Ascenso al Morro Áspero-Tipillas o Mula Muerta (4950 msnm)


Integrantes de la salida:

Benjamín Straube, Alexis Coronel (“el Mocho”), Gabriel Vellicce y Juan Pablo Nemec.

 

Una nueva aventura que, con el mismo entusiasmo de siempre, nos impulsa a disfrutar de la montaña con una larga caminata en las huellas de los cerros del Aconquija, una zona tan enigmática como exaltante.

Entre los días 16 y 20 de abril del año 2014, nos dirigimos a uno de los puestos más conocidos de las estribaciones occidentales de los Nevados del Aconquija, el puesto de El Tesoro, un lugar donde pocas personas viven, pero todas ellas de  gran humanidad. Se sitúa en ella la escuela nº 449, El Tesoro, una humilde escuelita que brinda a los niños de la zona educación fundamental para el crecimiento del pueblo, y a la vez un punto de referencia para propios y extraños.

En el pequeño pero abrigado patio de esta escuelita pasamos la primer noche, tirando nuestras bolsas de dormir ahí mismo ni bien llegados al lugar. De inmediato tuvimos las primeras visitas, Maira y Seba, dos alumnos de la escuela. Con ellos charlamos y pasamos un muy grato momento.

 


Comenzó la caminata!

El día jueves 17 a las casi 8 de la mañana, al arrancar la caminata nos encontramos con un grupo de andinistas que iban rumbo al Bolsón de Cerrillos, el coloso de los Nevados. Estaban preparando los enseres, y las mulas, para comenzar la dura peregrinación hacia el techo de los Nevados del Aconquija.

Empezamos nuestro ascenso, siempre cerca del rio Chiflón. Poco a poco anduvimos cuesta arriba, entre charlas y recordando anécdotas nos vamos acercando al primer campamento. El andar se está complicando, ya que el rio comienza a encajonarse, y tenemos que sortear una pequeña cascada poco después de las 15 hs. Además un poco más adelante de este obstáculo, debido al continuo encajonamiento debemos retroceder y montarnos por la ladera sur, para continuar por esta hasta la hora de acampar.


El primer campamento lo montamos en una mesada alta a orillas del rio, el acceso a él, para abastecerse de agua, debe hacerse con precaución.

Yo me muevo con cuidado porque durante el armado de carpa me sentía un poco apunado, además me vino aquejando una dolencia tras la rodilla izquierda que me trae algo de preocupación. Me cuesta flexionarla, así que decido tomar algún antiinflamatorio y mañana si me  siento mejor, marchare con una venda.
Listo el campamento, empieza la infaltable ronda de mates para hidratarnos y reponernos del trajín del día. Dado que el cansancio era general, después de la mateada nos metemos en las bolsas y nos gana el agotamiento, solo pasadas las 00:30 empezamos a salir muy de apoco, con ganas de comer algo, y que mejor que: salamín, bondiola, aceitunas, maní y papas fritas, todo un festín gastronómico a estas alturas.

Descansados pero no muy bien dormidos, ya por la mañana, nos incorporamos a la realidad y luego de un buen desayuno, empezamos a desarmar el campamento “Chiflón”, y un rato antes de las 10, luego de una larga charla para decidir por donde continuar, estamos listos para comenzar nuevamente la caminata. Hoy nos espera un día también agotador.

En esta segunda jornada la senda se hace dura, pero nos da respiro. Cada parada en el camino, cualquiera de ellas, un lugar ideal para vivir la montaña.

Lentamente pero con ganas, vamos montándonos en el gigante. Al medio día una reparadora ración para reponer energía, una mini siesta y a seguir adelante.

Llegada las 18 hs. estamos en el campamento base La Bolsa, unos metros más abajo del sitio de las ruinas del mismo nombre. Aquí tenemos el agua a la par, las vegas nacen exactamente en las ruinas y recorre su camino cuesta abajo, cristalina y pura, como deberíamos mantener este precioso e invaluable recurso.

Luego de montar las tiendas, nos distendemos y se larga la mateada. Pronto nos hace frio, hoy parece que la cosa va a ser distinta. Hay una hermosa luna, y nos permite ver el arenal y los cordones montañosos vecinos desde lo alto, la magia de la montaña se muestra con su mejor ánimo. (Inenarrables experiencias que regala la montaña cuando te haces amigo, esto es, obviamente, una invitación a los que no conocen el montañismo).
Agotados, vamos a tratar de reponernos para mañana, si se puede atacaremos cumbre.

Nos levantamos tipo 8 hs. con -7cº, pero la verdad que se siente más frio, hay una leve brisa y un espléndido colchón de nubes que cubre el valle. Pero no todos estamos muy bien, decidimos salir tranqui para ver qué pasa.

Se hace medio tarde, Benja y Gabriel deciden quedarse por las cercanías y recorrer las ruinas. Con Alexis nos vamos rumbo a la cumbre.

Encaramos hacia un contrafuerte que nos llevara directo al filo entre el Co. Bolsa y el Tipillas. En seguida vamos ganado altura, y con ella cansancio, y un espectáculo para no perderse.

El filo del contrafuerte es bastante rocoso, hay unas salientes muy escabrosas y nos tiramos bordeándolo hacia su cara sur, tremendo e inclinado, pero ya estamos en él. Seguimos e intentamos llegar arriba. Nos vamos acercando al Morro Áspero-Tipillas o Mula Muerta.

A las 14:30 nos fraternizamos en abrazo cumbrero con mi amigo el Mocho en la cumbre del Morro Áspero, sobre sus 4950 msnm. Una impactante visión de todo el entorno y nuestro exaltado espíritu que nos pide más montaña! Media hora más tarde, luego de firmar una hoja que dejamos como testimonio, seguimos hacia el Tipillas. Se va haciendo tarde y el cansancio que nos va poniendo al límite.
Cuando llegamos a una hermosa peña en el filo Bolsa-Tipillas (a 5160 msnm), nuevamente sellada con abrazo y foto, el esplendor del paisaje nos sorprende con su magnitud, el este y su horizonte cubierto de nubes, ahí cerquita, escondiendo las ruinas de La Ciudacita, el Alto de la Ruina; y el oeste con su cordillera distante, campo del arenal de por medio, y todos los cerros de los Nevados que nos parecen tan cercanos… pero estamos como a una hora de la cumbre del Tipillas y las fuerzas tienen que alcanzar para volver, al igual que la luz… son pasadas las 16:30 hs. así qué, difícil decisión, pero nos damos la vuelta. La experiencia es inolvidable y la montaña seguirá aquí, esperándonos con su magia intacta…

Resta mucho disfrute entre la vuelta al base y mañana mientras desandamos la senda. Durante el regreso caminamos por las ruinas de La Bolsa mientras cae el sol en el horizonte que no vemos. Hermoso y gigante circo rodea las ruinas,  en donde coronan sus alturas los cerros Negro, el Apacheta, el Bolsa y el morro Áspero - Tipillas. Forman el sitio un grupo de estructuras relacionadas con las ruinas de La Ciudacita. Eran el paso previo camino a ellas, atravesando el paso del Inca, el abra que da paso a la ladera oriental donde descansan misteriosas las ruinas de La Ciudacita o Pueblo Viejo.
Ya llegados al campamento nos esperan con agüita caliente y aderezos pal mate, lo cual se agradece enormemente. Disfrutando las últimas horas del día intercambiamos las vivencias de las horas que acababan de pasar, y por supuesto, soñando con una próxima visita. Mañana comienza el regreso a casa, siempre, más importante que una cumbre.

Una noche más en las alturas del Aconquija, una mañana fresca y fascinantemente hermosa otra vez nos saca de las bolsas de dormir. Una nueva ronda de desayuno, avanza un nuevo día, esta vez nos toca el cuesta abajo, que con cuidado, lo hacemos a un buen ritmo para llegar al puesto del Tesoro a las 15:30 hs., contentos de haber pasado unos días magníficos en las entrañas de los Nevados del Aconquija.

 

 

Juan Pablo Nemec

Grupo CAMME – Tucumán

jueves, 5 de junio de 2014

Un libro que hacia falta


Se trata de un compendio de información sobre los Nevados del Aconquija, es una muy completa guía sobre la cual se podrá seguir sumando información, para lo cual estamos todos invitados. Con mucha info y algunos relatos de ascensiones, este libro presenta, además de datos y coordenadas, una intensión decidida sobre progresar en el conocimiento de este enigmático sistema montañoso, sus rincones, ascensiones, historia y cualquier dato relevante. Quien desee hacer aportes y/o adquirir un ejemplar puede contactarse vía mail a grupocamme@gmail.com.-

 
 
A continuación un extracto del retiro de tapa del libro “Nevados del Aconquija, vivencias en los Andes del Tucumán”

Misteriosa y profunda secuencia de cúspides rodeadas de secretos aun no bien conocidos o descifrados y de recuerdos vagos de gestas. Transitaron sus entornos, abras, laderas y pasos, conquistadores que aunque dejaron sus profundas huellas y culturas, estas no alcanzaron a borrar las que, desde milenios, en esos valles existían.

Al respecto no se dejó de bosquejar algunas de esas situaciones. Al igual que un esbozo de geografía, acompañado de una descripción y ubicación de las principales cimas del Aconquija.

Se narran en este libro ascensiones a algunas cumbres del Nevado, una visita a las recónditas, monumentales y antiguas ruinas de La Ciudacita y un pequeño detalle de alguno de los principales sitios de interés vecinos a este entorno montañoso.

No escapa al autor, ante los notorios deshielos de estas montañas, expresar su preocupación ante el abuso que se está realizando con la utilización de las napas acuíferas y su contaminación, por la mega-mineria, recursos que ya nunca más se recuperaran e hipotecan el futuro.

 

 

Juan Pablo Nemec

Grupo CAMME

Cerro Alto de la Mina - Montañismo y Exploración

jueves, 16 de enero de 2014

Explorando el Filo de las 3 Lagunas


Hacia la zona de las tres lagunas: Morro del Lilal.

Después de tanta ausencia, una vez más nos coincidieron tiempos y nos sobraron ganas, para encarar una salidita a la montaña, aunque de rápida organización, pero con una gran dosis de entusiasmo la pusimos en marcha con un par de juntadas.

Nos aproximaríamos a la zona de las Tres Lagunas, aunque teníamos los días contados queríamos intentar el Cerro Horqueta o bien el Tres Lagunas.

Aprovechando el fin de semana largo de semana santa, junto a un par de feriados mas con los que contaba este 2013, nos dirigimos a Ampajango, esta vez en mi auto. El día jueves 28 de abril del mencionado año salimos tempranito (6 am) desde San Miguel de Tucumán, arribando a esa localidad, luego de haber almorzado en San José, a horas 13. Media hora mas tarde ya estábamos marchando rumbo a las cumbres.
Esta jornada nos reencontró con un viejo amigo de esta zona, Bartolomeo Villanueva, que siempre nos recibe con una cordialidad digna de un "Señor de la Montaña". A él, nuestro sincero y afectuoso reconocimiento.
Ya cayendo la tarde el cielo comienza a oscurecerse y hacerse sentir. Se aproxima la lluvia, que en cualquier momento nos agarra. Rapidito cruzamos el afluente que viene de la quebrada del Toro, tratando de encontrar el refugio que nos resguardaría esa noche del agua; aunque deteriorado por el tiempo que lleva en desuso, una de las habitaciones aun protege bastante, y es ahí en donde pasaríamos la noche, y aunque filtraba algo de agua, nos damos maña para evitar las goteras y descansar en aquel lugar que aun cobija.

Al día siguiente, cuando por fin nos asomamos al mundo nuevamente, descubrimos los nevados totalmente blancos, granizo y nieve cubrían las cumbres resplandecientes de agua.

Con unos mates cebados arrancamos esa esplendida mañana, y tenemos todo listo para continuar la marcha a las 9:30 hs. Hoy, mientras marchamos, vemos la hermosa forma de piramide totalmente blanca del Cerro filo de las tres lagunas, que se aprecia desde la quebrada de rio Ampajango hacia el sur este. Consultando luego con la gente del lugar es llamado ahí Morro del Lilal. Una hermosa cumbre de 4700 msnm. a los pies de los Cerro Tres Lagunas, Bolsón Grande y Horqueta.

Durante la segunda jornada de marcha nos topamos un par de veces con el rio Ampajango, el que debimos cruzar con cuidado, traía bastante agua y no podíamos encontrar ningún lugar por donde saltar.

Por fin arribaríamos a nuestro campamento 2, habiendo pasado el encuentro del rio Ampajango con otro de sus afluentes, en este caso el que baja de la quebrada del Horqueta. Desviándonos ahora por este brazo, llegamos a visualizar una construcción deshabitada y sin techo en donde refugiarnos un poco del viento. Aunque debíamos sacar yuyos que habían crecido era la mejor opción ya que no encontrábamos nada más o menos plano para asentar la carpa.
Una noche llena de estrellas con luna brillante y menguando, nos vio acampando aquella noche en medio de la montaña. El aire estaba calmo y la temperatura agradable. Comimos y contemplamos la lenta marcha de los astros un largo tiempo hasta que el cansancio nos gano como a las 23:30 hs.

Un amanecer mas que nos alienta a guardar todos nuestros enseres en las mochilas para caminar lentamente cuesta arriba. Estamos ya en plenas laderas ladeadas. Hoy las cuestas cuestan.

Abajo quebradas encajonadas, y nosotros sorteando peñascos rocosos que dificultan el andar y nos obligan a prestar atención en cada paso y a usar las manos en algunos tramos.

Finalmente llegamos a unos 3900 msnm, a orillas de una vega que tiene agua solo por que tuvo lugar esta granizo-nevada hace un par de días. La vega se nota deteriorada y al transcurrir el tiempo cada vez tiene menos agua.
Está protegido por un contrafuerte rocoso elevado y encontramos también un viejo puesto sin techo, pero que es un lugar apropiado para ubicar la carpa.

Al terminar de asentar el campamento, como siempre, nos disponemos en la ronda del mate para descansar e hidratarnos, ya pensando y discutiendo en atacar mañana la cumbre del Lilal, ya que se nos hace imposible intentar el Horqueta u otro cerro, y además, su hermosa figura nos atrae cual imán. Decididos los planes del día siguiente solo nos resta distraernos un rato y entonces Benja nos da la grata noticia de que esta por ser papá. Ahora tenemos otro motivo de festejo para cuando estemos abajo!!!
 
 

Llegada la noche, en nuestra cocina de paso, preparamos un suntuoso menú de fideos en sopa, preparándonos para la loceada que nos espera mañana.

A las 7:00 suena el despertador y quince minutos mas tarde comenzamos a incorporarnos de a uno por vez. Salimos y ya Benja esta con el agua en el fuego para el desayuno. Con un capuchino bien caliente en la panza y galletitas con miel nos alistamos a salir a cumbre siendo ya las 9 de la mañana. El día está despejado y sin viento. Ideal para nuestro propósito.

El camino es firme y con pendiente cada vez mas pronunciada. De a poco se avanza entre algunas paradas para hidratarnos y comer alguna fruta seca o algún caramelo.

Siendo las 12:45 estamos ya en el filo, a pocos metros de la cumbre, y 5 minutos mas tarde nos reunimos todos en ella. 4700 msnm son los que porta esta hermosa cumbre de los Nevados del Aconquija, una cumbre poquísimamente conocida, incluso no encontramos apacheta ni testimonio o algún objeto en ella, lo cual puede suponer que no haya habido ascensiones anteriores.

El clima es súper espectacular, aunque estamos abrigados, por suerte el viento no es tan fuerte y se puede sentir el sol. Sobrecogedor espectáculo el que se tiene desde este lugar, una cumbre que disfrutamos por más de media hora, hasta que fue momento de bajar.

En el camino de regreso al campamento hicimos una parada para comer algo y continuar hasta las 16:20 hs, hora en la que pudimos relajarnos y pensar en la vuelta. Con ronda de mate de por medio, avanzo la tarde. Esa noche picamos un salamín y lo acompañamos con charlas y carcajadas. La noche termino dados en mano, jugando unos partidos de generala y 10000 ya dentro de la carpa.

A la mañana siguiente, sin dejar que se nos haga tarde, arrancamos desarmando el campamento mientras tomamos el desayuno. La vuelta era larga y yo la sentí muchísimo, había tramos muy empinados y mis pies estaban destrozados, sin mencionar el stress de mis piernas que me reclamaban a gritos un lugar dentro de la mochila…

Como a las 11:30 estamos llegando a un puesto a orillas del rio que viene del Horqueta, pero más arriba de donde habíamos acampado hace un par de noches, y ya veíamos la gente en una ofrenda dentro de un corral, estaban festejando el cumpleaños de uno de ellos, desde el día anterior, y habían carneado un animal. Cuando llegamos ahí, inmediatamente nos invitaron a pasar y nos convidaron asado de carne de Guanaco, lo habían cazado ayer, mientras buscaban sus animales.
Como a las 12:30 hs continuamos con la bajada que concluiría a las 20:45 hs, momento de acomodarnos en el auto para regresar a San Miguel de Tucumán. El regreso en auto no fue muy relajado, ya que cuando llegamos al Infiernillo nos esperaba una densa niebla que nos acompañó unos 80 km, durante todo el camino sinuoso.

Una experiencia única, lo que siempre nos regala la montaña!

Integrantes: Alexis Coronel ; Benjamín Straube y Juan Pablo Nemec .

 

Juan Pablo Nemec

Grupo CAMME

Cerro Alto de la Mina – Montañismo y Exploración

sábado, 17 de diciembre de 2011

El llamado de la Montaña:

Ascensión de dos novatos al Cerro Alto de la Mina. Cumbres Calchaquíes. Tucumán. 4700msnm

Marzo 2005.-


Anhelo. Incertidumbre. Insomnio. Charlas y charlas, mates de por medio, conjeturando si será mejor avanzar por aquí o por allá; si demoraremos más o menos; si seria conveniente, o posible, establecer el base en aquel punto; el campo 1 sin duda a la par de las vegas; y los acarreos de los que nos hablan serán muy complicados?... este filo cumbrero será seguro?... este faldeo no parece complicado… y el ataque a cumbre?… tanta discusión quizá era para practicar todo aquel vocabulario nuevo y fantástico.


Lo cierto es que preparar una salida, sobre todo cuando somos novatos, es ya de por si una aventura. Cada 10 minutos aparece en mi mente la montaña, los números, los cálculos, el equipo, la imagen de ese mapa (un croquis… vaya a saber quien lo hizo!)…

Encontraremos agua en las vegas?... Llevamos mucho equipo?... Alcanzara la comida?... Las raciones de marcha?... Esta ruta será muy complicada?... Tantas preguntas…

Para nosotros el cerro Alto de la Mina era alcanzar un gran objetivo, era descubrir la montaña y el montañismo.

Habíamos estado frente a él en el año 2004 y nos entusiasmaba desde entonces el alcanzar su cumbre, era como un imán, era la última materia de la “tecnicatura en media montaña”, luego podríamos aspirar a más…

Solo contábamos con aquella experiencia en El Negrito y algunas salidas al Taficillo, que con sus casi 2.000 m.s.n.m nos sirvió de ensayo para este momento tan ansiado.

Y llego el día de partir. Como en nuestra anterior visita a El Infiernillo Luis no se había sentido cómodo, teníamos previsto viajar hasta ahí la noche previa a la subida, de modo que aquella noche a 3.042 m.s.n.m nos vaya ayudando a aclimatar.

Una vez arribados al puesto de El Infiernillo (un refugio a orilla de la ruta) tendimos nuestras bolsas de dormir en el suelo para disfrutar aquel cielo lleno de estrellas, y unos minutos mas tarde, preparamos una reparadora sopa con fideos.

Por supuesto que a estas alturas, todas aquellas incógnitas, seguían merodeando nuestros pensamientos, y aun, con mas insistencia.

Luchando con aquellos pensamientos, sobre todo con aquellos que eran pesimistas, tratamos de conciliar el sueño en aquella primera noche. Así se vive la emoción de lo que uno empieza a explorar, a descubrir con los propios sentidos.

Por la mañana, fresca por cierto, para dar ese tinte especial al escenario, nos levantamos con tantas ganas de enfrentar todo aquello.

Un te bien caliente para mí y una infusión con hojas de coca para Luis, fue nuestro desayuno. En un momento, como de repente, estábamos ahí; enfrentados a la cuesta que nos conducía montaña arriba, en uno de los extremos de la ruta que habíamos trazado sobre los mapas y bosquejos, y debíamos guiar nuestros pasos, poco a poco, hacia esa hermosa pero no fácil meta.

No bien empezamos a caminar, metros mas arriba, quizá 1km apenas andado, Luis, que no estaba bien, comenzó a sentirse realmente mal sin duda por la altura.

El quería volverse, pero descansamos ahí: “tenemos tiempo, aguanta, ya va a pasar el malestar, no es nada para preocuparse”, le decía, y nos tendimos en los pajonales como dos horas, quizá un poco mas. Ahí aproveche para hacer una pequeña ofrenda a la “Pacha” con hojas de coca y agua de la que llevábamos para beber.

Luis ni bien comenzó a sentirse mejor, ya estaba hablando de si podríamos recuperar el tiempo que estábamos perdiendo… -Eso carajo!!! Eso quería escuchar!!!

Tipo 10 de la mañana, espesamos lentamente a encontrar el ritmo de marcha, tranquilos, como para que no nos vuelva a entrar el mal de la montaña.

El resto de esa jornada fue tranquila; esfuerzo sostenido y paciencia, nos acercaron hasta el campo 1. Esta parte ya la conocíamos, pues para subir a El Negrito habíamos usado la misma ruta, sin embargo, había sido tan distinto de aquella vez que nos dábamos cuenta de lo impredecible que puede resultar una jornada por más que transitemos por el mismo camino.

Ahora debíamos dedicarnos a descansar. La segunda noche, quizá por sentirnos mas cerca o por el cansancio, dormimos tranquilos, menos aturdidos por las incógnitas y las ideas que ya en este primer día se esfumaban y nos habían demostrado que no podíamos programar absolutamente todo, debíamos dejar que los hechos se presenten y tener claro como proceder, nos dimos cuenta de lo muy importante que eran las decisiones que se toman a lo largo de la marcha.

Un nuevo despertar dentro de las bolsas de dormir. Con un brazo un poco amortiguado, por la posición que no es fácil encontrar, me reincorporo con pereza.

Un esplendido día por delante, nos dedicamos a preparar el desayuno, y mientras, desarmar campamento.

Con cero grados y a las 10 hs, nos disponemos una vez más a continuar el camino.

Que fantástico momento el de entrar en marcha y comenzar a experimentar todo el complejo accionar de nuestro cuerpo: Respiración cada vez mas profunda, latidos que con un poco de atención repican en todo el cuerpo, y luego, lo tenemos metido en los oídos, agitación!; por favor un descanso aquí!, y pronto empieza el circuito nuevamente.

Más arriba, ya como a 4200 m.s.n.m, bordeando los faldeos de El Negrito, una espléndida vista hacia el oeste, las lagunas de Huaca Huasi, que estaban llenas de agua.

La ruta elegida era una ruta bastante exigente, directísima, como me la había calificado mi primo que ya estaba bien iniciado en el montañismo. El me dijo, cuando le conté la experiencia, que esta ruta solo la había hecho el “Tano Bocini”, un ávido montañista del CAT (Club Andino Tucumán).

Debíamos perder y volver a ganar varios metros en dos quebradas consecutivas, para encontrarnos, por fin, con el faldeo que nos daría paso al filo cumbrero, y una vez en él, con un ultimo esfuerzo, nos encontraríamos por fin en la cumbre sur del cerro Alto de la Mina.

Durante nuestro segundo día de marcha, el ritmo de la caminata fue parejo y de buenos tiempos en general, de hecho, cuando menos nos dimos cuenta, estábamos frente al objetivo. Eran las tres de la tarde. Estamos en la quebrada del matadero, hay abundante agua aquí. Es el lugar ideal para establecer el campo base. La idea original contemplaba quedarnos el resto del día en el campamento aclimatando, pero los novatos tomaron otra decisión: Atacar la cumbre ese mismo día.

Lo veíamos tan cerca, y nos sentíamos tan bien...

La siguiente decisión fue dejar el equipo en el lugar elegido, pero sin montar campamento… pensábamos que si decidimos atacar no había que perder el tiempo para que nos alcance la luz del día.

Patas a la obra! Empezamos una dura caminata, en donde al comienzo, nos sentimos tan bien por el solo hecho de que ya no cargábamos el equipo en nuestras espaldas, solo una ligera mochila de ataque. Pronto esa diferencia empezó a no notarse tanto, hasta que por ultimo la sensación parecía ser idéntica a llevarlas puestas.

Piedras, y más piedras, cada vez más grandes, cada vez más inclinado…

Por momentos sentíamos el vértigo, nos parecía mas vertical de lo que era realmente?...

Y no podíamos ver nada en el horizonte, a donde esta la cumbre?!

El cansancio era un compañero más. Yo estoy cada vez con más sensaciones de apunamiento… la marcha se torna lenta y pesada, cada paso cuesta. Por favor quiero llegar, ya nos aprieta el horario y no vemos nada que parezca una cumbre… que hacemos? - Hay que seguir! No debe faltar mucho. Vamos!

Y así fue que seguimos, yo cada vez más apunado y con más ganas que nunca de llegar. En esos momentos si uno no esta preparado en su cabeza para esto de seguro pega la vuelta.

-Mirá! Ahí parece que ya estamos… si, si!!! Esa es la cumbre, a ver?… busca el libro de cumbre… ¿mmm? no ché, por aquí no se ve nada… pero esta apacheta… sí!, esta es la cumbre, venga ese abrazos mi viejo!!!

-Yo me siento mal así que rápido hagamos unas fotos y bajemos que estoy a punto de descomponerme…

La vista era impresionante, todo el este era un tapiz de nubes, además podíamos contemplar la altura de la pared este, que es pura piedra.

-Tenemos que subir por aquí alguna vez!

Abajo están los vestigios de las minas de granito que en algún momento explotaban para el empedrado de calles y demás.

Hacemos unas fotos rápidamente por que me sentía muy mal, aunque todo el entusiasmo de ese momento me hacia olvidar un poco de mis malestares, pero no aguante mucho y comenzamos el descenso casi de inmediato. Tengo grabado esos momentos profundamente en el corazón y en la mente, a pesar de que baje como pude, recuerdo que en un momento le digo a Luis: -Pará un rato… me tiro 5 minutos a descansar por que no llego a ningún lado…

Me tumbo de espaldas en las piedras y de repente Luis me pega el grito: ¡¡¡Mira!!! -señalando exactamente arriba y detrás mío- enseguida lo veo y lo “escucho”: un enorme y magnifico Cóndor que pasa cortando el aire a escasos metros por arriba nuestro, ¡MAGESTUOSO!, creo que no hay mejor palabra para definirlo.

Luego tenemos que continuar el descenso por que nos estamos quedando sin luz. Cuando llegamos al campamento, yo no tenia fuerzas para nada, y debíamos armarlo!. Luis, con algo de mi ayuda, tuvo que empezar a armar la carpa. Estaba oscureciendo. La verdad casi ni recuerdo como termine de meter mis cosas en la carpa y me tire en la bolsa, de inmediato quede dormido.

Aquí, compartiendo la incomodidad, no tan solo de espacio, sino también y sobre todo, la de soportarnos así maltrechos y con poco animo, descansamos en el lugar en donde la calidez del alma y la actitud de la mente, que nos queda al descubierto, podrán renovarnos para una nueva jornada.

Eran las 1 de la mañana cuando despierto, ya aliviado de los malestares, y con mucha hambre.

Encuentro un paquete de maní y papas fritas… el mejor menú a estas horas!

Luis tampoco había comido, solo un par de papas. Así que a esas horas comimos mientras charlamos de todo lo sucedido en estos últimos días, en la jornada que acababa de pasar. Parecía un sueño, pero había sido realidad.

Ya por la mañana, con -5ºC, luego de desayunar, desarmamos el campamento para emprender el descenso final, tan entusiasmados por haberlo logrado, bajamos en medio de charlas y mas proyectos, que sin darnos cuenta del paso del tiempo, transcurrió un hermoso día para cerrar estas interesante experiencia en la montaña.

Quizá todas estas vivencias son las que nos empujan año a año a seguir descubriendo estos horizontes de piedra que rematan en un cielo profundamente azul, a descubrirnos a nosotros mismos incluso.

Como consideraciones finales diré lo muy importante que resulta la evaluación de cada salida al regreso de la misma, y aun, luego de pasado mucho tiempo, para aprender de los aciertos y, sobre todo, de los errores. Algo que no debemos dejar de hacer nunca como ejercicio y para refrescar la memoria, y que nos ayudara seguramente a que una planificación tenga más posibilidades de éxito, mas allá de alcanzar o no una cumbre, esto es secundario.

Espero estas reflexiones ayuden a quien hoy está dando sus primeros pasos en este apasionante mundo y les aseguro que si analizan con cuidado antes de una salida y se divierten haciéndolo, el placer será doble. También se debe aprender a disfrutar más de las salidas, relajarse y darse tiempo, apresurarse muchas veces le resta emoción, y no sé porque muchas veces lo hacemos.

Hay que tener valor para enfrentar lo que no conocemos, pero tener la razón bien despierta para analizar la existencia de riesgos o amenazas. Descubramos la montaña con el suficiente valor como para esperar cuando no sea el momento, o dar la vuelta si fuese necesario.





Integrantes:
Luis Alberto Romero (27 años) Argentino
Juan Pablo Němec (27 años) Argentino


Juan Pablo Němec – grupo CAMME
Julio 2011


domingo, 26 de diciembre de 2010

Ascenso a la cumbre sur del Nevado de Chuscha (5414 m.s.n.m.)


Del 23 al 28 de octubre de 2010.-

Luego de la última salida, que termino sin cumbre, estamos dispuestos a disfrutar la salida tanto como siempre. Y es que el verdadero placer de este deporte no debe pasar por lograr la cumbre, sino por saber disfrutar todo el desarrollo de la misma.
Arribamos a Colalao del Valle a las 16:30 aprox., nos esperaba Gustavo, un docente del pueblo, amigo de Benja, y que con muy buena gana nos hizo las veces de anfitrión. El ya había hablado con la directora de la Escuela de El Arbolar, pegadito a El Pichao, lugar desde el cual comenzaríamos la larga caminata en busca del Nevado y a quienes agradecemos de corazón.

Gustavo nos llevo en camioneta hasta la escuelita, distante de Colalao 7 km.

Aquella primera noche dormimos muy cómodamente en las instalaciones de aquella hermosa escuelita de montaña. Muy temprano, comenzamos los preparativos para arrancar la caminata a las 7 a.m.

La marcha durante este primer día fue buena, aunque, el camino bastante duro para hacerlo con todo el equipo en las espaldas. La senda, que va y viene constantemente, tiene vistas increíbles y se puede ver como ganamos altura paulatinamente. A las 18 hs arribamos a uno de los tantos puestos que están alzados en los lugares menos esperados del terreno. Allí pasamos la noche, evitando así el armado de carpa. La jornada fue dura y hay que reponer fuerzas. Mate dulce, con un toque de hojas de coca, y galletas con miel son ideales para el fin.

Luego de la comida nos disponemos a descansar en las bolsas, esperando que mañana podamos pasar al valle del Cajón, y tener una vista del Nevado.

Temprano por la mañana, comenzamos a armar las mochilas, y pronto estuvimos andando cuesta arriba una vez más.
Avanzamos por un arroyito, que pronto se tornaría complicado, y debimos montarnos por las laderas para tratar de hallar la senda. Al medio día salimos al abra de la Yareta, donde podíamos ver hacia el oeste el valle y el Nevado.

Comenzamos un descenso que se prolongo durante el resto del día, llegando hasta otro puesto, este era bastante grande, estaba formado por un grupo de 5 o 6 habitaciones que estaban la mayoría cerradas con candados, una de ellas llena de cueros de llamas, y además la cocina en donde pudimos armar las bolsas para pasar la noche.

Este puesto esta a orillas de un río.
Llego el tercer día de marcha, hoy pensamos en llegar hasta donde será el campamento base.

La caminata me pareció sumamente gratificante, reparadora se podría decir. Pero cuando llegamos al base, al medio día, me sentía apunado y debí moverme con sumo cuidado. Ahora solo queda disfrutar el resto del día y tratar de reponerse para un intento de cumbre. La idea era intentar mañana mismo la cumbre, y si no nos sentíamos bien, bajar y terminar de aclimatar, e intentar al día siguiente.

De más esta decir que el escenario es magnifico. El día esta calido, bastante calido.

Armamos por primera vez la carpa y nos metemos a descansar.

A eso de las 3 de la mañana comienza a soplar viento, que hasta el momento estaba ausente, y continuo soplando durante el resto del día.
Nos levantamos temprano con ansias de comenzar el ascenso, el día anterior estuvimos charlando largamente por donde hacer el ataque, eligiendo un contrafuerte que baja del lado izquierdo de la cumbre sur, viendo el Nevado desde el valle del Cajón (de este a oeste). Así procedimos, y a medida que subíamos sentíamos la altura. Lamentablemente Benja es el primero en sentir la desagradable sensación del apunamiento, pero ya estábamos montados en el filo de cumbre y Benja decide seguir. El viento es tremendo en el filo, estamos abrigados y atosigados por el viento. El avance comienza a ser lento debido al cansancio y a la puna. Con paciencia llegamos a las 14 hs a la cumbre sur del Nevado de Chuscha. Con sus 5414 m.s.n.m y su vista impresionante, es una experiencia increíble y un lugar único: logramos ver los Nevados del Aconquija, al frente la sierra del Cajón que habíamos cruzado unos días antes, el llamado Co. Colorado en el mismo sistema donde estábamos parados, mas al sur, y una amplia vista del oeste donde podíamos ver hacia el Galán y otros grandes cerros distantes en la cordillera.
Queríamos seguir pero, arribados a la cumbre también Alexis esta con puna. Yo estoy cansado y no estamos en horario para intentar seguir hasta la cumbre principal que esta frente a nosotros pero como a una hora o mas, la decisión es dura pero es obvio que debemos descender y así lo hicimos.

Como los chicos no están bien no hemos comido aun y en el descenso yo ya no doy mas, y tengo que parar para hacer unos bocados, porque ya no me están quedando reservas de combustible y falta mucho.
Descendimos por otro lado, inmediatamente al sur del contrafuerte por donde subimos hay un circo que forma la quebrada en donde esta el base. Abrupta y con acarreo suelto, la inclinada ladera nos va llevando abajo, con mucho cuidado bajamos un poco arrepentidos de haber optado por esta alternativa.

A las 18 hs estamos llegando al campamento. Descanso y charlas animadas nos distraen hasta llegada la hora de dormir.

Al amanecer estamos listos para el regreso.

Nunca imaginamos el tremendo trajín que nos esperaba, caminamos a buen ritmo y llegamos a las 23 hs a Colalao, pero con tremendo cansancio encima.

Sandwich de mila en mano y brindando con una cerveza bien helada sellamos esta increíble aventura en el Nevado del Chuscha. Salut!!!



Integrantes de la expedición:

Alexis Coronel (25)
Benjamin Straube (28)
Juan Pablo Němec (31)



Juan Pablo Němec – grupo CAMME
Cerro Alto de la Mina Montañismo y Exploración