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domingo, 8 de junio de 2014

Ascenso al Morro Áspero-Tipillas o Mula Muerta (4950 msnm)


Integrantes de la salida:

Benjamín Straube, Alexis Coronel (“el Mocho”), Gabriel Vellicce y Juan Pablo Nemec.

 

Una nueva aventura que, con el mismo entusiasmo de siempre, nos impulsa a disfrutar de la montaña con una larga caminata en las huellas de los cerros del Aconquija, una zona tan enigmática como exaltante.

Entre los días 16 y 20 de abril del año 2014, nos dirigimos a uno de los puestos más conocidos de las estribaciones occidentales de los Nevados del Aconquija, el puesto de El Tesoro, un lugar donde pocas personas viven, pero todas ellas de  gran humanidad. Se sitúa en ella la escuela nº 449, El Tesoro, una humilde escuelita que brinda a los niños de la zona educación fundamental para el crecimiento del pueblo, y a la vez un punto de referencia para propios y extraños.

En el pequeño pero abrigado patio de esta escuelita pasamos la primer noche, tirando nuestras bolsas de dormir ahí mismo ni bien llegados al lugar. De inmediato tuvimos las primeras visitas, Maira y Seba, dos alumnos de la escuela. Con ellos charlamos y pasamos un muy grato momento.

 


Comenzó la caminata!

El día jueves 17 a las casi 8 de la mañana, al arrancar la caminata nos encontramos con un grupo de andinistas que iban rumbo al Bolsón de Cerrillos, el coloso de los Nevados. Estaban preparando los enseres, y las mulas, para comenzar la dura peregrinación hacia el techo de los Nevados del Aconquija.

Empezamos nuestro ascenso, siempre cerca del rio Chiflón. Poco a poco anduvimos cuesta arriba, entre charlas y recordando anécdotas nos vamos acercando al primer campamento. El andar se está complicando, ya que el rio comienza a encajonarse, y tenemos que sortear una pequeña cascada poco después de las 15 hs. Además un poco más adelante de este obstáculo, debido al continuo encajonamiento debemos retroceder y montarnos por la ladera sur, para continuar por esta hasta la hora de acampar.


El primer campamento lo montamos en una mesada alta a orillas del rio, el acceso a él, para abastecerse de agua, debe hacerse con precaución.

Yo me muevo con cuidado porque durante el armado de carpa me sentía un poco apunado, además me vino aquejando una dolencia tras la rodilla izquierda que me trae algo de preocupación. Me cuesta flexionarla, así que decido tomar algún antiinflamatorio y mañana si me  siento mejor, marchare con una venda.
Listo el campamento, empieza la infaltable ronda de mates para hidratarnos y reponernos del trajín del día. Dado que el cansancio era general, después de la mateada nos metemos en las bolsas y nos gana el agotamiento, solo pasadas las 00:30 empezamos a salir muy de apoco, con ganas de comer algo, y que mejor que: salamín, bondiola, aceitunas, maní y papas fritas, todo un festín gastronómico a estas alturas.

Descansados pero no muy bien dormidos, ya por la mañana, nos incorporamos a la realidad y luego de un buen desayuno, empezamos a desarmar el campamento “Chiflón”, y un rato antes de las 10, luego de una larga charla para decidir por donde continuar, estamos listos para comenzar nuevamente la caminata. Hoy nos espera un día también agotador.

En esta segunda jornada la senda se hace dura, pero nos da respiro. Cada parada en el camino, cualquiera de ellas, un lugar ideal para vivir la montaña.

Lentamente pero con ganas, vamos montándonos en el gigante. Al medio día una reparadora ración para reponer energía, una mini siesta y a seguir adelante.

Llegada las 18 hs. estamos en el campamento base La Bolsa, unos metros más abajo del sitio de las ruinas del mismo nombre. Aquí tenemos el agua a la par, las vegas nacen exactamente en las ruinas y recorre su camino cuesta abajo, cristalina y pura, como deberíamos mantener este precioso e invaluable recurso.

Luego de montar las tiendas, nos distendemos y se larga la mateada. Pronto nos hace frio, hoy parece que la cosa va a ser distinta. Hay una hermosa luna, y nos permite ver el arenal y los cordones montañosos vecinos desde lo alto, la magia de la montaña se muestra con su mejor ánimo. (Inenarrables experiencias que regala la montaña cuando te haces amigo, esto es, obviamente, una invitación a los que no conocen el montañismo).
Agotados, vamos a tratar de reponernos para mañana, si se puede atacaremos cumbre.

Nos levantamos tipo 8 hs. con -7cº, pero la verdad que se siente más frio, hay una leve brisa y un espléndido colchón de nubes que cubre el valle. Pero no todos estamos muy bien, decidimos salir tranqui para ver qué pasa.

Se hace medio tarde, Benja y Gabriel deciden quedarse por las cercanías y recorrer las ruinas. Con Alexis nos vamos rumbo a la cumbre.

Encaramos hacia un contrafuerte que nos llevara directo al filo entre el Co. Bolsa y el Tipillas. En seguida vamos ganado altura, y con ella cansancio, y un espectáculo para no perderse.

El filo del contrafuerte es bastante rocoso, hay unas salientes muy escabrosas y nos tiramos bordeándolo hacia su cara sur, tremendo e inclinado, pero ya estamos en él. Seguimos e intentamos llegar arriba. Nos vamos acercando al Morro Áspero-Tipillas o Mula Muerta.

A las 14:30 nos fraternizamos en abrazo cumbrero con mi amigo el Mocho en la cumbre del Morro Áspero, sobre sus 4950 msnm. Una impactante visión de todo el entorno y nuestro exaltado espíritu que nos pide más montaña! Media hora más tarde, luego de firmar una hoja que dejamos como testimonio, seguimos hacia el Tipillas. Se va haciendo tarde y el cansancio que nos va poniendo al límite.
Cuando llegamos a una hermosa peña en el filo Bolsa-Tipillas (a 5160 msnm), nuevamente sellada con abrazo y foto, el esplendor del paisaje nos sorprende con su magnitud, el este y su horizonte cubierto de nubes, ahí cerquita, escondiendo las ruinas de La Ciudacita, el Alto de la Ruina; y el oeste con su cordillera distante, campo del arenal de por medio, y todos los cerros de los Nevados que nos parecen tan cercanos… pero estamos como a una hora de la cumbre del Tipillas y las fuerzas tienen que alcanzar para volver, al igual que la luz… son pasadas las 16:30 hs. así qué, difícil decisión, pero nos damos la vuelta. La experiencia es inolvidable y la montaña seguirá aquí, esperándonos con su magia intacta…

Resta mucho disfrute entre la vuelta al base y mañana mientras desandamos la senda. Durante el regreso caminamos por las ruinas de La Bolsa mientras cae el sol en el horizonte que no vemos. Hermoso y gigante circo rodea las ruinas,  en donde coronan sus alturas los cerros Negro, el Apacheta, el Bolsa y el morro Áspero - Tipillas. Forman el sitio un grupo de estructuras relacionadas con las ruinas de La Ciudacita. Eran el paso previo camino a ellas, atravesando el paso del Inca, el abra que da paso a la ladera oriental donde descansan misteriosas las ruinas de La Ciudacita o Pueblo Viejo.
Ya llegados al campamento nos esperan con agüita caliente y aderezos pal mate, lo cual se agradece enormemente. Disfrutando las últimas horas del día intercambiamos las vivencias de las horas que acababan de pasar, y por supuesto, soñando con una próxima visita. Mañana comienza el regreso a casa, siempre, más importante que una cumbre.

Una noche más en las alturas del Aconquija, una mañana fresca y fascinantemente hermosa otra vez nos saca de las bolsas de dormir. Una nueva ronda de desayuno, avanza un nuevo día, esta vez nos toca el cuesta abajo, que con cuidado, lo hacemos a un buen ritmo para llegar al puesto del Tesoro a las 15:30 hs., contentos de haber pasado unos días magníficos en las entrañas de los Nevados del Aconquija.

 

 

Juan Pablo Nemec

Grupo CAMME – Tucumán

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